El entrenador ideal

El entrenador ideal es el que va a dar sentido a todo nuestro esfuerzo
Nuestro Director, Ricardo Clavería, analiza para la web de la revista Triatlón la figura del entrenador en el triatlón actual

 

Mi primera gran referencia fue José Rioseco, al que consideraba el mejor entrenador de la época y que guiaba con maestría los pasos de un jovencísimo Javier Gómez Noya.

A partir de ahí, empecé a darme cuenta de que cada entrenador tenía una faceta en la que destacaba. Y lo más importante era el saber adaptarse a las necesidades de cada atleta.

Actualmente, considero que los grandes entrenadores, como Iván Muñoz o Roberto Cejuela, dominan en mayor o menor medida todos los aspectos del entrenamiento, pero se rodean además de un gran equipo de auxiliares, técnicos y profesionales, para poner al servicio de sus deportistas todos los medios y facilidades para que puedan obtener su máximo rendimiento.

He llegado a la conclusión de que no existe el entrenador ideal, pero sí el mejor entrenador para cada deportista o, mejor dicho, para cada momento determinado de cada deportista.

La gran virtud de los mejores entrenadores es tener la capacidad para adaptar su método a sus atletas y a las circunstancias cambiantes de cada uno de ellos. La conexión con el deportista es clave para que el binomio sea perfecto. Y el deportista debe confiar 100% en su entrenador para poder obtener el máximo rendimiento. Si la desconfianza existe, la mejor de las planificaciones se irá al traste.

Las 8 cualidades fundamentales que considero que debería tener un buen entrenador son:

1) Vocación, sin la cual todo lo demás es imposible.

2) Conocimientos, cuantos más mejor, pero más importante aún es saber aplicarlos.

3) Disponibilidad para poder dedicar el tiempo necesario a cada deportista.

4) Capacidad de observación, para valorar con datos objetivos (pulso, vatios, velocidad, VFC…) y subjetivos (estado de ánimo, sensaciones, ilusión…), la evolución de su deportista y la asimilación del entrenamiento.

5) Empatía para entender la situación personal y las circunstancias que rodean al deportista

6) Asertividad, para no dejarse manipular y tomar la decisión “adecuada” en cada momento.

7) Capacidad de autocrítica, para analizar los errores propios y poder corregirlos.

8) Humildad para asumir las limitaciones propias y de cada deportista.

Podéis ver el artículo completo en el siguiente enlace:

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